Pequeñas Muertes

Para hablar de todo un poco, compartir, aprender y esparcir lo que sea que somos por el mundo. Este blog, sus publicaciones y comentarios son propiedad exclusiva de Tanya Badía. Su reproducción total o parcial no está permitida. En caso de querer copiar o tomar información del mismo debe solicitar permiso y dar el crédito correspondiente.

domingo, 7 de julio de 2013

Medio en el aire...


Tengo un rato ya sin publicar en el blog y la verdad es que no sabía que postear, hasta que anoche, viendo por ‘enésima’ vez la película de Julie and Julia, entre otros pensamientos que vinieron a mi cabeza entre dicha noche y esta mañana (muy activas mis neuronas, en fin de semana arriba de todo… ahhh, las cosas de la vida) he decidido que siendo este mi blog debo recuperar el propósito de su creación: compartir.

Si alguno de ustedes se ha tomado un momento en leer la sección personal que aparece en este espacio, se dará cuenta que habla de compartir y de aprender entre todos, pero siento que he perdido un poco de ese deseo o tal vez no lo he usado apropiadamente.

A ver si puedo unir las cosas (me perdonan si la línea de pensamiento hoy no anda muy recta, les prometo que si lo piensan al final verán un patrón, o al menos conocerán un poco más de mi): hay momentos en la vida en que nos sentimos perdidos, deprimidos, olvidados.  Nos quejamos de todo y, en su defecto, decimos que no nos queremos quejar, pero eso es solo de la boca para afuera.  Nuestra mente sigue trabajando en esas quejas y, por lo tanto, el estado de ánimo lluvioso/insoportable, no se aleja.

Pues bien, viendo la película anoche me puse a pensar en por qué nos hacemos esto cada cierto tiempo, que no una vez, sino múltiples veces en la vida nos ocurre, y llegué a la conclusión de que es una prueba necesaria.  Algunos podrán pensar que de repente soy masoquista, pero nop, les prometo… no, tampoco les prometo, solo que no lo soy (masoquista); el sentirnos de esa forma ES un obstáculo para el avance, es un obstáculo a nuestras creencias (cualesquiera que sean estas), es incluso una especie rara de descanso a nuestras emociones estilo fuegos artificiales.  En fin, es una prueba porque en esos momentos es donde debemos ‘sacar de abajo’ y darle la vuelta a las cosas.  Que conste, no he dicho que sean momentos agradables, fáciles, lindos o cualquier otra tontería de esas.  Cada quien tiene sus problemas, sus circunstancias y no debemos pensar menos de ellos porque sus situaciones no sean iguales a las nuestras.  A cada quien le duele el cerebro a su debido tiempo y se encienden las alarmas por diferentes motivos.

En el caso de Julie (volviendo a la película) decidió tomar el proyecto de cocinar todo el libro de Julia Childs; el proyecto la alejaría de la parte de su rutina que odiaba y le ayudaría a olvidar el hecho de que se había mudado a un lugar que no soportaba.  Saben qué? El libro, o el proyecto mejor dicho, fue el ‘sacar de abajo’ que usó para superar esos dos odios.  Encontró algo que amaba hacer, encontró un escape, una excusa, encontró el banquito para brincar esos momentos y poder decir en algún punto, que estaba conforme con quien era. 

Otro caso que vino a mi mente repasando noticias, y que aclaro de antemano que no equiparo al ejemplo que acabo de dar con la película, es Nelson Mandela.  Lo conocí (no personalmente, no se vayan tan lejos) cuando niña a través de mi papá y en las últimas dos semanas el mundo ha sido testigo de cómo se nos va apagando esa vela.  Triste; esperado, pero triste. 

Si alguien ha visto fotos o leído la descripción de la celda en la que se encontraba preso Nelson Mandela (gran parte de su tiempo en cárcel), sabrá que dicha celda era, por decirlo de alguna forma, mínima.  Sin embargo, durante los más de 27 años que estuvo preso, Mandela siguió estudiando abogacía y se convirtió en un símbolo de la lucha por obtener la libertad e igualdad en Sudáfrica.   Las visitas y cartas solo se le permitían cada 6 meses, si es que le llegaban.  Me puse a pensar: no estoy en la cárcel, las cartas me llegan en segundos gracias al internet, tengo tantas comidas al día como quiera, no necesite: quiera; he podido ir a clases, he podido viajar, tengo salud y la forma de obtener servicios médicos (lo de buenos o malos es otra discusión, no el punto de esta publicación); en fin: en comparación a Mandela soy libre.  Por qué me quejo?

Como dije anteriormente no se debe juzgar a nadie porque sus problemas no se parezcan a los nuestros, ya que cada quien carga con sus demonios o momentos difíciles particulares, pero a veces debemos pensar en los muros que otros han saltado o tendrán que saltar, y en los muros que nosotros tenemos al frente: en verdad valen el desanimarnos tanto? Son tan difíciles de pasar? De dar la vuelta? O es que todavía no estamos preparados para aprender nuestra lección y movernos a la próxima?

Otras veces pensamos que merecemos lo que nos ocurre y esto se divide en dos: tus acciones tienen consecuencias, pero no todas tus acciones merecen un tiburón a caballo queriendo comerte (esta última y aterradora imagen es gracias a mi hermano {me debes una}).  Así que cierra los ojos un momento y recuerda a Monte Cristo: ‘no es la tormenta lo que te define, sino lo que haces durante ella.  El pararte en una roca y decirle: haz lo que quieras, porque no me rindo’ (parafraseo mío, quien quiera las palabras exactas por favor ir a la película o al libro).

Las pruebas llegarán siempre, algunas podrán ser evitadas pero otras van a caerte sin importar qué.  No dejes que te ahoguen, aprende de ellas (aprendamos todos pues), dales la vuelta, dales una golpiza, bríncalas… haz algo, no te quedes con la nubecita negra llena de rayos y truenos sobre tu cabeza.

Ok, no es la mejor publicación, no es lo mejor que he escrito o escribiré, pero es lo que ahora mismo necesito y, con algo de esa magia que anda por el mundo, es lo que alguien más también necesite en este momento.  Si la necesidad encuentra al necesitado mejor, si no se encuentran, bien.  De todas formas mis dedos tenían que empezar su desahogo por algún lugar.


Abrazos, 

TB

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