ADIOS A MI ALMOHADA
Sí, créanlo o no este post es para despedir mi almohada. Aquella cosita fina que ha estado conmigo
desde que puedo recordar (lo que según los doctores es un problema). La que ha soñado, llorado, reído
conmigo. La que ha leído todos mis
libros (buenos, malos y regulares).
También ha pensado conmigo aquellas historias que he escrito, querido o
quiero escribir.
Mi almohada tiene más de 32 años de vida, herencia en vida de mi padre. No recuerdo haberla pedido, pero cuenta la
leyenda que la robé el día que mi madre
decidió cambiar las almohadas de ambos adultos.
Y desde ese momento conmigo está.
La pobre. Cuántos maltratos,
cuántos consejos no tomados. Mi almohada
sabe de todos mis planes para conquistar al mundo, de mis inseguridades, de las
oportunidades perdidas. Mi almohada es
mucho más que confidente y es posible que muchos de ustedes piensen que me
estoy pasando de la raya aquí, pero cuando decidí dejarla ir le dediqué la
canción ‘Cuando un amigo se va’ (versión de Alberto Cortez, siempre.) Una lágrima quiso hacer su camino por mi cara
pero eso SI que era pasarse de la raya.
Así que aquí estoy, en lugar de una lágrima rodando y mojando mi cara,
un post confesando que extrañaré mi almohada.
Una era ha terminado.
TB