Pequeñas Muertes

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sábado, 24 de junio de 2017

Turismo y vida en Jarabacoa

Jarabacoa es un pequeño pueblo localizado en las montañas centrales de la República Dominicana.  Es conocido por su atractivo turístico y es muchas veces llamado 'Ciudad de la Eterna Primavera'.

No más.

Jarabacoa se define en lengua taína como tierra entre aguas y -ciertamente- rodeada por los ríos Yaque del Norte, Baiguate y Jimenoa pareciera que tenemos cantidad infinita de este recurso, pero no es así.

En los últimos 15 años Jarabacoa ha disminuido su caudal de forma alarmante, movido por desplazamientos de tierra, cortes masivos de árboles y construcciones sin ningún tipo de control de calidad, todo con el fin de aumentar la capacidad habitacional del pueblo para recibir más y más turistas así como personas que quieren 'un remanso de paz en las montañas', misma que destruyen para construir inmensas casas que nada tienen que ver con proteger el lugar de la añorada paz.

El problema consiste en un ciclo vicioso al que nos estamos sometiendo: siendo un pueblo con turismo de montaña, lo que vendemos (o se supone vendemos) es precisamente el disfrute de nuestros recursos naturales a través de actividades al aire libre: rafting, parapente, acampadas, ciclismo de montaña, escalar, entre otras.  Se supone ofrecemos un ambiente donde todos nos conocemos, donde el turista se puede sentir como en casa, donde todavía caminar a cualquier lugar es un placer; pero para lograr eso pasamos de proteger los recursos a ir eliminándolos poco a poco.

La práctica más común de la pérdida de recursos naturales la compone los famosos desarrollos habitacionales.  Estos cumplen con una regla básica de dejar el llamado porcentaje de área verde, también conocido como área común, pero no van más allá, no reforestan el área, no promueven la reforestación y tampoco plantan en otros lugares del complejo. 

Esto afecta directamente el turismo como fuente de ingresos y afecta a los habitantes del pueblo.  Al turismo porque de ser un pueblo montañoso que podía ofrecer tranquilidad, sentido de comunidad y recursos naturales, se ha pasado a ser un pueblo lleno de edificios, de gente, de ruido, sin conocimiento uno del otro, con montañas cortadas para edificar tales casas y riberas completas destrozadas, por lo que el agua ha menguado, las montañas se han calentado, especies de árboles han ido disminuyendo.  A los habitantes del pueblo porque ya no tienen (tanto) trabajo en el turismo, no tienen agua regularmente (debe ser racionalizada) y porque al irse los turistas lo que dejan no es más que basura y una huella ambiental gigantesca.

Actuar ahora no es siquiera una opción, es lo que se tiene que hacer si pretendemos regresar a ser la ciudad de la Eterna Primavera y/o conservar los recursos que nos quedan.  La lucha se hace desde diferentes frentes, en mi caso particular desde el educativo: si el turista viene al pueblo y puedo enseñarle su belleza y darle a entender por qué vale la pena protegerlo, no solo querrá volver, sino que demandará hacerlo bajo circunstancias distintas: demandará mayor protección a los recursos porque eso es precisamente lo que vino a disfrutar, no cuatro paredes de un apartamento.  La educación mueve a las personas, les hace profundo porque se dan cuenta que mientras más aprenden sobre algo es solo la superficie lo que tocan.

Las alianzas institucionales es otra forma de ayudar: trabajando con escuelas públicas y privadas, con el Ministerio de Medio Ambiente, con empresas que necesitan de los recursos a su alrededor para vender productos, con personas con grandes extensiones de tierra que pueden plantar más y bajo programas de manejo controlados, obtener beneficios de tales plantaciones. Todas estas son acciones que se están llevando a cabo y de las que podemos ser parte (y lo somos) sirviendo como enlace entre personas físicas con grandes extensiones de terreno y los programas de reforestación del Estado, así como apoyando los programas escolares.

Estos proyectos son responsabilidad de todos, ya que la población que está siendo afectada es el primer grupo que debe exigir el respeto a su derecho constitucional de tener un ambiente limpio y recursos naturales disponibles.  El gobierno local -o Ayuntamiento- es el segundo grupo que debe unirse a la solución del problema, ya que fue elegido por el pueblo debe respetar el pueblo apoyando y desarrollando políticas (además de ejecutarlas) que representen la realidad de la ciudad y sus necesidades.









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